Hay
que empezar aclarando que hay una relación estrechísima entre ética y derecho,
pero es importante no olvidar nunca que la hay entre ética y derecho, ética y
política, ética y todos los distintos saberes y actividades humanas.
Esto
es algo central, en lo que tienen rezón los aristotélicos. La vida humana está
hecha de actividades, la actividad jurídica es una, la actividad política es
otra y es importante reflexionar sobre la actividad política encaminada al bien
común y no se puede hacer política si los políticos no se dirigen hacia el bien
común.
Y
esto lo tiene que recordar la ética de la política.
En
el derecho pasa exactamente lo mismo. Por qué hay la posibilidad de coaccionar
desde leyes jurídicas a la gente, por qué está permitida la obligación
jurídica, qué fuerza tiene la coacción jurídica desde el punto de vista
racional sino es porque hay una base ética que es la que posibilita establecer
una serie de leyes con el fin de que todos los seres humanos puedan desarrollar
su libertad sin que nadie ponga cortapisas a la libertad de los demás.
Ese
es el elemento más básico, pero si nos quisiéramos extender veríamos las
relaciones entre derecho y moral que han recorrido toda la historia del
pensamiento.
Fundamentalmente
desde autores como Kant, que lo han estudiado claramente al mostrar que derecho
y moral se distinguen fundamentalmente, no tanto, por los contenidos sino por la
forma de obligar, siendo la moral el fundamento del derecho.
Posteriormente,
autores como Habermas, por mencionar alguno, intentan decir que el principio de
la democracia es complementario con el principio ético y que todos ellos están
bajo un principio racional.
No
hay buen derecho sin ética, que sea el fundamento del derecho y el tipo del
saber que diga cuáles son las metas del derecho. Igual que no hay buena
política sino se esclarece que la política va dirigida al bien común y esa es
tarea de la filosofía.
La
filosofía fundamenta, entonces, el derecho y la política.
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