domingo, 27 de marzo de 2016

INTERPRETACIÓN PERSONAL DE DIOS

De pequeño me interesaba más la pregunta por el origen que la pregunta por la muerte. Ahora a esta edad me interesa la pregunta por la muerte. Sin embargo, descubrí que la pregunta por el origen y la pregunta por la muerte son la misma pregunta.

Mi mamá me compraba el libro gordo de Petete, unos libros de ciencias para niños, que explicaban el origen del universo de modo científico. Pero no respondían a mi inquietud existencial. No es lo mismo una pregunta científica que una pregunta existencial. La ciencia responde la filosofía pregunta. La ciencia explica el cómo pero nunca el qué. La pregunta por el qué, el por qué las cosas son así y no de otra manera. ¿Por qué hay cuando pudo no haber habido nada? La pregunta por el cómo me cierra el mundo, la pregunta por el qué me lo abre.

Las cuestiones existenciales escapan a la lógica ya que justamente se cuestionan, ¿porqué el único orden posible tiene que ser el lógico? La lógica opera por el principio de causalidad. Todo lo que existe tiene que tener una causa. Pero si pensamos la realidad como una cadena de causalidades cómo explicamos el comienzo. Todo tiene una causa, pero cuál es la primera causa de todo y cómo puede haber una primera causa sin nada antes. Si todo tiene una causa entonces la cadena es infinita. O bien si todo tiene una causa tiene que haber una causa que sea causa de todo pero que ella misma no esté causada, lo que resulta imposible de pensar. A no ser por el principio de non procedere ad infinitum, la incapacidad de proceder al infinito.

Las religiones institucionales definen a Dios como la primera causa y resuelven este problema explicando que Dios es causa de sí mismo. Dios se hizo a sí mismo. Hacen de Dios algo posible. Sin embargo, hay algo que se escapa y que siempre se va a escapar, hay un don primero que es inexplicable. Si tomamos en serio la lógica bivalente nos es imposible explicar el pasaje de la nada al ser. Cómo explicamos que las cosas se hayan explicado desde la nada. Que hayan pasado de la nada a ser. De la nada nada sale.

Con el tiempo he aprendido que las grandes respuestas posibles siempre te engañan y que por eso solo me cierran o me abren las respuestas imposibles. Así, llegué a Dios. Aun Dios imposible. Aun Dios por fuera de la lógica pero lo que encontré rápidamente lo perdí. El Dios que me presentaban era ilógico pero dogmático. Y entre la lógica y el dogma me quedo con la lógica. La lógica te estructura la realidad y el dogma te la violenta. Tuve educación religiosa con los jesuitas y después con los maristas. Tuve que pelearme contra los relatos bíblicos postular un Dios invisible, único, atemporal, incorpóreo más o menos me cuestionaba. Pero que además amara se enojara, reclamara, eligiera a algunos, hablara con otros, ya era demasiado. Era cada vez más obvia la máxima de un pensador de nombre Feuerbach, que dice “toda teología es una antropología” es decir, pensar a Dios es pensar lo humano.

Aún más problemas se me presentaban. Por qué Dios se revelaba en este libro y no en este, por qué de reveló en esa época y no en esta, por qué no se sigue revelando. Lo contrario a la lógica no puede ser aceptar cualquier cosa por que sí. Me empecé a dar cuenta de que mi problema pasaba por otro lado. Me fui dando cuenta de que si hay algo más allá de la lógica llamado Dios o lo que sea no puede ser pensado. Porque cada vez que lo pensamos, lo humanizamos, lo hacemos lógico y deja de ser Dios o lo que sea para convertirse en el Dios que los hombres podemos comprender y que no es Dios en sentido estricto. O como dice el gran Fernando Pessoa Dios existe pero no es Dios.

Dios si es es lo total lo radicalmente otro a cualquier cosa que podamos percibir, pensar, sostener.

El problema es que este Dios venía con representantes que me decían todo el tiempo lo que tenía y lo que no tenía que hacer. Y todo me parecía como antiguo pero además obligado, violento, así que entré en crisis. Un día de adolescente me paré en la reja de una iglesia mire para arriba y me conmoví, da igual, en una iglesia, en una sinagoga, una mezquita. Hay algo ahí de irracional, de inefable, de relación con algo que nos supera. No era la iglesia, el cristianismo, el judaísmo, o el islam, era yo.

Era lo humano y sus límites, así trate de conectar la irracionalidad y si a Dios se lo siente y punto. Y si Dios es como el arte, algo que te conmueve. Es cierto que una puede conectar con otras formas de percepción, eso que las religiones llaman fe. Pero que es la fe. Y por qué la fe tiene que seguir un método o debe estar ajustada a ciertos textos, si justamente parecer ser lo que se abre cuando la razón no basta. La verdad es que me encantaría tener fe. Pero en tanto la fe venga envasada me parece más de lo mismo. Justamente lo que me fue sucediendo fue lo contrario, cada vez me daba cuenta de que Dios tenía que ver conmigo y con mis limitaciones y no tanto con una figura ideal que me trascendía.

A ver, no creo en Dios. Quiero decir con esto. En el Dios que se presenta como ser supremo con todos esos rasgos maravillosos y al que solo puedo acceder a través del modo que sus administradores me lo permiten. No creo.

Creo en el hombre y creo en las limitaciones de lo humano. Alguna vez unos alumnos le preguntaron al filósofo Jean Luc Nancy qué era Dios y él lo definió con una sola palabra: “apertura”.

La pregunta que se abre cuando el hombre se da cuenta que no lo puede todo. Dios es la capacidad de lo humano de seguir sobrepasándose así mismo. Pero eso que se abre, esa apertura no puede ser algo cerrado. No se puede afirmar que los límites humanos llegan hasta un lugar y darle después forma a lo que está más allá de ese límite. No vale. O en todo caso el límite ya se ha corrido.

Pero por qué apertura. Porque el mundo nos viene demasiado cerrado con respuestas cerradas, con recetas cerradas, y la apertura es la capacidad de seguir preguntando. Dios es pregunta que no cierra. Es un resto. Dicho de otro modo, en lo que creo es en que lo humano va transformándose pero esa transformación no está ni predeterminada ni nunca es definitiva. Nos transformamos porque hay apertura. Ese resto, esa posibilidad de seguir cambiando, eso es Dios.

Históricamente se entendió a Dios como aquello que venía a cerrar el mundo, a darle un sentido general, pero la idea de un cierre tiene más que ver con una imagen de las cosas donde resulta posible alcanzar grandes verdades. El mundo cierra en la medida en que se acceda a la verdad. Pero qué es la verdad o dicho de otro modo, hay una verdad.

Creer o no creer en Dios supone tomar partido por la verdad. El creyente parte de la verdad de que Dios existe el ateo parte de la verdad de que Dios no existe. Algunos de nosotros partimos de la idea de que no hay verdades otros partimos de la idea de que hay verdades. Necesitamos otra metáfora de Dios para nuestros tiempos. En tiempos donde la ciencia y la tecnología explican y resuelven los grandes fenómenos que dieron origen a la metáfora oficial de Dios, esta misma metáfora, hoy se nos muestra ya insuficiente.

Las metáforas, dicen en la medida en que provocan algo, si no provocan nada ya no dicen. Hoy se puede curar la ceguera, multiplicar el pan, los antiguos milagros hoy son resoluciones científicas, hoy podemos calmar las angustias con los psicofármacos. Necesitamos una metáfora de Dios que recupere las preguntas existenciales, que no nos enceguezca ni nos resuelva sino que nos haga más conscientes aunque duela.

Cierro con una anécdota que cuenta un filósofo llamado Gianni Vattimo, un amigo lo llamó y le preguntó si aún creía en Dios y Vattimo contestó: creo que creo, algunos hubieran contestado lo contrario, creo que no creo. Pero está claro que lo que importa es entender que todo pasa por el primer creo, el creo que abre y no por el segundo el creo o el no creo que cierra. Y ustedes, que creen, creen que creen o creen que no creen. 

lunes, 14 de marzo de 2016

ÉTICA, DERECHO Y POLÍTICA

Hay que empezar aclarando que hay una relación estrechísima entre ética y derecho, pero es importante no olvidar nunca que la hay entre ética y derecho, ética y política, ética y todos los distintos saberes y actividades humanas.

Esto es algo central, en lo que tienen rezón los aristotélicos. La vida humana está hecha de actividades, la actividad jurídica es una, la actividad política es otra y es importante reflexionar sobre la actividad política encaminada al bien común y no se puede hacer política si los políticos no se dirigen hacia el bien común.

Y esto lo tiene que recordar la ética de la política.

En el derecho pasa exactamente lo mismo. Por qué hay la posibilidad de coaccionar desde leyes jurídicas a la gente, por qué está permitida la obligación jurídica, qué fuerza tiene la coacción jurídica desde el punto de vista racional sino es porque hay una base ética que es la que posibilita establecer una serie de leyes con el fin de que todos los seres humanos puedan desarrollar su libertad sin que nadie ponga cortapisas a la libertad de los demás.

Ese es el elemento más básico, pero si nos quisiéramos extender veríamos las relaciones entre derecho y moral que han recorrido toda la historia del pensamiento.

Fundamentalmente desde autores como Kant, que lo han estudiado claramente al mostrar que derecho y moral se distinguen fundamentalmente, no tanto, por los contenidos sino por la forma de obligar, siendo la moral el fundamento del derecho.

Posteriormente, autores como Habermas, por mencionar alguno, intentan decir que el principio de la democracia es complementario con el principio ético y que todos ellos están bajo un principio racional.

No hay buen derecho sin ética, que sea el fundamento del derecho y el tipo del saber que diga cuáles son las metas del derecho. Igual que no hay buena política sino se esclarece que la política va dirigida al bien común y esa es tarea de la filosofía.


La filosofía fundamenta, entonces, el derecho y la política.

FILOSOFÍA, SABER FUNDAMENTAL

La filosofía puede aportar a todas las disciplinas y de hecho nació en una estrechísima relación con las ciencias. Aunque esto parece que se ha olvidado con el tiempo. Filosofía y ciencias nacieron unidas ya que en el comienzo todo era saber filosófico. Y es más tarde cuando se han ido separando, paulatinamente, la teología, las ciencias empíricas y demás.

Así, la filosofía ha quedado como ese tipo de saber que engloba la totalidad de todos los saberes porque reflexiona sobre sus fundamentos y sobre sus metas últimas. La filosofía es una necesidad, para cualquier sociedad que quiera ser medianamente culta y que quiera construir su vida de una manera razonable porque no es posible tener un conjunto de actividades del que no sabemos cuáles son sus fundamentos ni hacia dónde se encaminan.

Justo la tarea de la filosofía es la de tratar de ver cuáles son los fundamentos y cuál es la meta. Por eso, tiene que ver mucho con la economía (por mencionar alguna), profundamente con la economía porque la filosofía es la que desde Aristóteles por lo menos desde que sepamos en la tradición occidental va dando cuenta de que la meta de la economía es satisfacer las necesidades de la casa, es lo primero que se dice dentro de la Política de Aristóteles; pero con el tiempo autores como Adam Smith, que también, creo que hay que aclarar, era profesor de filosofía moral, él entendía que la economía está al servicio de la libertad de las personas, de la igualdad de las personas, postura que ha sido muy mal interpretada. Y posteriormente, un autor como Amartya Sen, que es un premio nobel de economía, dice claramente que la meta de la economía es crear una buena sociedad, lo cual quiere decir que una economía que no ayuda a crear una buena sociedad es una mala economía. No es solamente que no es ética, sino es que es mala economía.

La filosofía, entonces, se ocupa en relación con la economía de ver cuáles son sus metas, de aclarar cuáles son sus metas. Por eso es fundamental, siempre debe haber una reflexión en cualquiera de las carreras: en economía, en arquitectura, en ingeniería, en derecho, por nombrar algunas. Una reflexión fundamentalmente ética que reflexione para qué ingeniería, para qué arquitectura, para qué economía, para qué derecho y cómo se hace.

Yo creo, y estoy más que seguro, que hoy en día es más que necesario atender a la filosofía y a la parte de la filosofía que se llama ética o filosofía moral, en relación con las éticas aplicadas a todos los saberes y de hecho es algo que está prosperando enormemente. Tenemos la suerte de que en facultades politécnicas exista una asignatura de ética de la ingeniería, de la arquitectura, de la economía.


Yo recuerdo un decano de la Escuela Colombiana de Ingeniería que me decía, me pregunto qué ingenieros estamos formando cuando leo en la prensa que se ha caído un puente. La reflexión filosófica y ética es fundamental para ello.