domingo, 1 de noviembre de 2020

MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y LITERATURA

Todo texto escrito u oral en un medio de comunicación se puede considerar un texto literario. Por ello, traigo a colación una definición de literatura que empleaba o sigue empleando mi profesor de español del colegio, Gregorio Zapata, en el Champagnat. La literatura es un móvil de ideologías. 

En este sentido, aquella definición de que el arte por arte es lo más importante, es una ficción. Podríamos decir que el cine por el cine, la literatura por la literatura, la comunicación por la comunicación son la mejor y más pura visión. Sin embargo, definición con la que estoy muy de acuerdo, ya que los que me conocen saben soy un purista, pero para efecto de este escrito esto no aplica. 

Toda expresión humana busca comunicar algo y no solo son sentimientos, sino formas de pensar para poder actuar consecuentemente. Por tal motivo, es indispensable la forma en que se debe abordar dicho oficio sea el de comunicador, el de cineasta, el de escritor o el de artista ya que siempre está el deseo de expresar o comunicar algo por mínimo que sea.

Hay comunicadores que usan su oficio para mover masas en pro del odio y otros que lo emplean para generar soluciones a las violencias presentes en un momento dado de la historia. Algunos buscan realizar procesos de pensamiento crítico, ver puntos de vista diversos y tratar de llegar a proponer procesos de paz, de memoria, de reconciliación y de verdad. Para desarrollar estos niveles de comunicación es fundamental el manejo de la literatura. 

En la construcción de relatos a través de la historia es innegable que muchos periodistas y comunicadores emplearon su quehacer favoreciendo, intencionalmente o no, la confrontación entre narrativas que estigmatizan al otro, despojándolo de su humanidad y justificando su aniquilamiento. 

Claro ejemplo de esto es lo sucedido el 3 de diciembre de 2003, el Tribunal Internacional para Ruanda fue escenario de una histórica sentencia: dos periodistas fueron condenados a cadena perpetua y uno más, a 35 años de prisión, acusados de cometer crímenes contra la humanidad: “Ocupaban posiciones de liderazgo y confianza, eran plenamente conscientes del poder de las palabras (…). Estaban en la posición de informar y orientar a la opinión pública hacia el logro de la democracia y la paz y, en vez de promover los derechos humanos, usaron la radio y la prensa para diseminar el odio y la violencia (…) y envenenaron las mentes de sus lectores. A través de las palabras, sin portar ningún arma, causaron la muerte de miles de civiles inocentes”, dijo la juez Navi Pillay sobre los periodistas de Radio Mil Colinas (RTLM) y el periódico Kangura.

Por ello, un escrito o un relato que se presente para explicar el porqué de la violencia le faltaría algo sino se vislumbra un análisis del papel de la prensa exigiendo responsabilidades y, aquí la ética es fundamental, una prensa que contribuya a una profunda reforma de los medios como uno de los pilares de transformación cultural y social que supere las causas estructurales del conflicto. 

Pero a ese relato, presentado así, le haría falta un pedazo si no se reconociera que muchos periodistas también han sido víctimas por llevar hasta las últimas consecuencias su compromiso con la verdad, que es lo que define su oficio. Hay un periodismo que, aún en medio del conflicto, permite que se escuchen las voces y las demandas de los silenciados y su trabajo por la paz; propicia y promueve el diálogo entre voces diversas; explica y ayuda a entender; devela, moviliza e impulsa el pensamiento crítico. Ese es un periodismo preocupado por cumplir una función a favor de lo público y por servir a los intereses de los ciudadanos, no de los mercaderes de la muerte y sus patrocinadores.

En este contexto, es importante, como lo dijimos anteriormente, el papel que juega la literatura en los procesos de reparación, de memoria y de búsqueda de la verdad, pues la construcción de relatos a partir de los testimonios de las víctimas y victimarios debe ser lo más fidedigno posible sin dejar de lado el reto que tiene este tipo de literatura y es el de seducir y cambiar la forma de pensar de un gran espectro de la población tan habituada a la violencia, a la imposición del más fuerte (que en muchos casos no desea que salga a la luz la verdad ya que no es conveniente para ellos). 

Aquí el papel de los diferentes cronistas es de vital importancia ya que se debe comunicar la verdad desde la multiplicidad de miradas y con el lenguaje propio de cada región para poder escuchar las voces que aún no son escuchadas pero que empiezan a ser tenidas en cuenta.


Imagen tomada del blog, leyendo en mi rincón.


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